
Hoy he cumplido un objetivo.
Subir el montecito que hay detrás de mi casa que se me lleva resistiendo mucho tiempo. Las excusas siempre me han sobrado porque la pierna y la miastenia han sido motivos más que suficientes.
Lo que no me quería dar cuenta es que la pereza y la cabeza me han frenado muchísimo. Porque sí, la mente juega un papel muy importante en todo en esta vida y en nuestro camino es fundamental.
Hace casi 3 años que empecé con el último brote de la miastenia y aquí sigo, buscando y buscando la forma de convivir con ella y encontrar la manera de hacer lo que me gusta, de vivir, de entender que hay muchas formas de hacer algo.
Pero es difícil. Dime si me equivoco.
El problema viene cuando llevas tanto tiempo encontrándote agotado y permaneciendo inactivo, que te metes en un bucle que cuesta salir. Y no solo es tu enfermadad lo que te frena.
No, no. Tu mismo terminas mandándote mensajes de que no puedes hacer esto o lo otro porque estás enfermo, y es que lo estás. Así que vas limitando tus actividades porque, aunque un día te levantes espléndido, la cabeza te recuerda que no te pases con las actividades del día, que, si haces una cosa, no hagas la otra. Quedar con tu gente te echa para atrás porque muchos no lo entienden y te vas a sentir incomoda o no quieres que te vean así. Y aparecen los miedos y te paralizas. Hay días que incluso aunque no estés mal, haces lo mismo que cuando lo estás. Y caes en el victimismo, ¿qué quieres? ¡Lo que te pasa es una putada!
Y así un día tras otro.
Y yo me doy cuenta que no es luchar contra el cuerpo porque este hace todo lo que puede y un poquito más o contra la enfermedad que es como es, sino contra la mente para no caer en la mierda porque la vida como la planteabas, no existe. Has perdido una de las cosas más preciadas de esta vida.
Personalmente he tenido que aceptar cosas más duras que otras y todo ello necesita de un proceso, de un camino lleno de trabajo continuo y de ir entendiendo la vida de otra forma. Estoy aprendiendo que no es menos buena, ni menos válida, es diferente a como la imaginaba y, en muchas cosas, incluso mejor de lo que nunca imaginé y eso me refuerza y me ayuda a seguir buscando y luchando.
Hoy me levanté como pude, el señor esposo está de viaje de trabajo y Huka es mi entera responsabilidad. Me planteé sacarla rápido y volver a casa porque mi cabeza me decía todo el tiempo que no iba a poder hacer nada.
Y de repente me he visto en una batalla mental:
Hoy va hacer calor – Vete antes
¿Y si me empiezan a fallar las piernas? – Descansas
Tiene cuesta – Ves con calma, ¡¿o es que tienes que subir corriendo?!
¿Tendrá poca sombra a esta hora? – ¡Échate crema y averígualo!
No hay fuente en todo el camino – ¿Y para que tienes tres botellas termos?
¿Y si no puedo? – Hasta donde llegues habrás podido, eso es más que quedarte en casa
Y un largo etcétera mientras que me iba tomando las taitantas pastillas de rigor y me vestía.
No ha sido subir hasta arriba, sino salir de casa y hacerlo respetando mi ritmo, yendo calmada, parando si lo necesitaba, disfrutando de lo que me rodeaba y dándome cuenta que se puede de otra forma.
Y, por supuesto, agarrándome con fuerza a Huka que es uno de las cosas más bonitas y grandes de mi vida y que consigue movilizarme y hacer que derrumbe los muros que me pongo yo sola.
He bajado emocionada y derribando miedos.
Historias del día a día.
Eres una luchadora y es muy natural que te canses de tanta pelea. Tu fortaleza mental va mucho más allá de lo que la mayoría podemos imaginar, siempre lamentándonos por no tener el último capricho. Para mí eres todo un ejemplo de superación. La mente, siempre repleta de discursos autorreferenciados (nuestras películas), no deja espacio para el silencio que nos permite conectar con la Naturaleza. Ya lo sabes. La meditación ayuda. Soy un privilegiado (un poco quejica) que saldré a darme mi paseito diario por el Parque Lineal de Palomeras, viendo a los vencejos con sus grititos, a las chicharras con sus «cantos», las larvas buceando en las charcas, a los gazapos muriendo en la autovía y las urracas a aprovechando para cebar a sus pollos, incluso aceptando algún que otro picotazo de insecto. Hoy te tendré presente cuando sude mi manteca subiendo algún repechón. Ánimo, serenidad. Un ciberabrazo.
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